Molino de viento

Todo el año
De lunes a viernes de 11:30 a 14:00
Todo el año
Sábados 11h a 14h y 16:30h a 19:30h
Todo el año
Domingos y festivos
Visita ordinaria guiada
1,80
Entrada grupos ( 10 personas o mas)
1,20

El discurrir del tiempo y la vida obliga a adaptar constantemente las formas con las que el hombre ha conseguido producir. En el entorno rural, el desarrollo industrial y tecnológico se aproxima a un ritmo mucho más lento, pero al final, el avance termina por alterar el paisaje. Quizá ese otro ritmo ha permitido que una parte del patrimonio industrial de la Comarca del Jiloca haya pervivido en pie, si bien otro se perdió tras su caída en desuso y el consecuente abandono tras el paso de los años. Lo que queda a la vista es hoy garante de la historia de nuestros ancestros, al tiempo que una interesante propuesta turística, cultural y pedagógica para la actualidad.

Uno de los ejemplos más evocadores con los que cuenta la Comarca del Jiloca, en este caso, es el extraordinario molino de viento de Ojos Negros, único de sus características en todo Aragón, junto al de Malanquilla también restaurado, y uno de los pocos que se mantienen en pie en España con su maquinaria original.

El Jiloca es un territorio agrícola, y en la mayor parte del Valle encontramos cultivos de secano dedicados al cereal.  En busca del mayor rendimiento de la molienda del grano para producir harina, el hombre ha ido desarrollando artilugios o máquinas y actualmente tecnologías. El molino harinero se convirtió en una pieza imprescindible para la molienda, que permitía aprovechar la energía del agua o del viento.

En el Jiloca, prácticamente la mitad de los pueblos que componen la demarcación, contaron con un molino harinero, la mayoría movidos por el uso del agua. Sin embargo, Ojos Negros es el único que tuvo y tiene molino de viento. Seguramente la escasez de agua conllevó a elegir la alternativa eólica.

Se construyó en las afueras, antes de llegar al el antiguo barrio de las minas de Sierra Menera, en un alto a la salida de la carretera hacia Villar del Salz, desde el que se contempla una espectacular imagen de todo el valle del Jiloca. Está en el cerro de San Gregorio, el punto desde el que se bendicen los términos el primer sábado de mayo, antes de partir en romería hasta la ermita del Santo Cristo de Herrera. No existe constancia exacta de la fecha en que se puso en pie, pero por su tipología podría haber sido en los siglos XVI o XVII. (no hay documentación que lo confirme)

Atendiendo a su clasificación técnica, sigue el modelo mediterráneo, con torre cilíndrica y techumbre cónica realizada en madera. Dos grandes aspas se cruzan en su frontal, sobre la caperuza que es giratoria y se mueve con el palo de gobierno, el mástil de madera que llega del techo al suelo en la parte exterior y que permite orientar las aspas hacia la dirección del viento. En este alto sobre el valle del Jiloca, en concreto, el viento se ha clasificado con seis nombres diferentes: cierzo, calamochino, solano, castellano, sesentón y regañón.

El molino tiene dos plantas. La primera planta recibe el nombre de camareta. Según parece, en los molinos antiguos, se trataba de una habitación de tránsito en la que se guardaban diversos útiles, hay una alacena excavada en el muro que serviría para ese fin.

La planta superior es el moledero, donde se ubica toda la maquinaria. Allí encontramos la rueda dentada Catalina unida al eje, la linterna (es una rueda con husillos) y las piedras volandera y solera.

Tiene doce ventanillos bajo la cubierta por los que el molinero podía conocer la dirección del viento y orientar las aspas, moviendo la totalidad de la cubierta.

Hoy se mantiene en pie y no hay documentación gráfica ni escrita, ni recuerdo entre las personas mayores, del Molino de Viento completo y en funcionamiento, por lo que  hace más de 100 años que dejaría de funcionar.

Se restauró íntegramente con un proyecto técnico en el año 2000, ya que conservaba solo parte de la torre, vacía y hundida en su interior. Con estos trabajos de recuperación se consiguió que el molino pudiera volver a ser utilizado para moler. A lo largo de estos años se han realizado trabajos de mantenimiento, en el último se ha ajustado la maquinaria interior y se han sustituido las aspas y el palo de gobierno que se encontraban muy deteriorados. Una molienda que ya no tiene la relevancia de la que gozó en tiempos, pero que hoy tiene una finalidad turística y etnográfica, y que además forma parte de las tareas de mantenimiento.

El ayuntamiento de Ojos Negros ofrece la posibilidad de solicitar cita previa para conocer también su interior, puesto que, una vez restaurado, ya no solo es el emblema de la localidad y parte indispensable de su paisaje, sino que se ha convertido en un reclamo turístico de gran potencial.

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